El mantenimiento de poleas y componentes mecánicos industriales es una labor esencial y ha de estar perfectamente integrada en los procesos de trabajo. Si se hace de manera correcta, permitirá obtener un rendimiento óptimo de las poleas y asegurar su durabilidad, mientras que si se efectúa de forma deficiente, acarreará numerosos problemas. A la larga, un mantenimiento erróneo o escaso conllevará altos costes de reparación y pérdidas derivadas de parar la producción. Por ello, es importante tener en cuenta estas medidas.
Durante los periodos en los que las poleas estén almacenadas, es importante mantenerlas en condiciones atmosféricas estables, en un espacio cerrado, limpio y seco. En cuanto a los rodamientos, componentes y grasas, han de permanecer también en un almacén cerrado, cuidando que no entren en contacto con medios agresivos como gases, nieblas, aerosoles de ácido, lejía o sales, incluyendo también las emisiones procedentes de vehículos. También debemos evitar la exposición directa al sol, ya que la radiación UVA puede acelerar su degradación.
Una humedad excesiva provocará la formación de agua de condensación, mientras que las altas temperaturas pueden generar corrosión por la pérdida de los aceites protectores. Por ello, las condiciones adecuadas de almacenamiento consisten en un espacio libre de heladas, con temperaturas que se mantengan entre un mínimo de 5ºC y un máximo 40ºC y una humedad relativa inferior al 65%. Estos valores deben estar controlados de forma permanente para asegurar condiciones estables.
En caso de que los componentes mecánicos permanezcan almacenados en el exterior, debemos tomar medidas que los protejan frente a la suciedad y la humedad. Los rodamientos, casquillos y huecos deben estar completamente cubiertos de grasa para prevenir la condensación de agua, tomando precauciones para evitar la entrada de objetos extraños.
Por otro lado, si las poleas de cable están ya instaladas en planta pero permanecerán un periodo de tiempo largo sin ser usadas, es conveniente mantener las gargantas engrasadas para evitar su oxidación.
De forma previa a la instalación, las poleas deben engrasarse correctamente, asegurándonos de que la grasa llega a las cavidades y sale por los bordes cerrados. A menos que se indique de otra manera, la polea se engrasa desde el centro a través del eje, por medio de los agujeros de lubricación axiales y radiales. Para una lubricación correcta de las poleas de cable con rodamientos, el agujero de engrase deberá estar sobre el centro del agujero de lubricación en el eje.
Los procesos de lubricación han de realizarse solo con grasa de alta calidad con base de litio saponificado, apta para temperaturas de menos de 20ºC hasta más de 100ºC. En los funcionamientos a baja temperatura, se deberá utilizar grasa para una gama que vaya de menos de 40ºC a más de 100ºC.
A lo largo de toda su vida útil, las poleas de cable con rodamientos deben ser engrasadas a intervalos que van de los 3 a los 6 meses, en función del uso y características. Antes de aplicar la lubricación, debemos asegurarnos de que los orificios de engrase están limpios para evitar que pueda entrar algún fragmento de material en los rodamientos. Al engrasar, comprobaremos que la grasa vieja se elimina de los rodamientos, aplicando lubricación hasta que aparezca la grasa fresca.
Por otro lado, si se trata de poleas de cable con casquillos de fricción, el engrasado ha de realizarse de forma más frecuente, al menos una vez cada cuatro semanas.
Antes de su puesta en marcha, las gargantas de cable han de cubrirse con grasa viscosa, una protección que debe mantenerse siempre que estén en funcionamiento. También los cables han de estar bien lubricados antes de su puesta en servicio.
Por otro lado, con el fin de proteger la garganta del cable, deberán evitarse las desviaciones del cable y la oscilación superior a 2.5º, puesto que esto puede producir un desgaste prematuro de la garganta.
El accionamiento del cable ha de estar ajustado de forma que al comienzo y final de cada operación no pueda ocurrir ningún deslizamiento, ya que causará un desgaste indebido de los cables y de las gargantas. Se deberá dar una buena tensión inicial con el fin de evitar la deformación axial y radial en la garganta de cable.
Una vez la polea está en servicio, las gargantas de cable deberán ser controladas cada 6 meses para realizar un correcto mantenimiento. Debemos tener en cuenta que una posible forma de pliegue en la garganta es inofensiva y no ocasiona ningún problema.
Por otro lado, en el caso de las poleas de cable vayan montadas horizontalmente, se debe prever un orificio para el desagüe. Esa perforación deberá ser limpiada cada 3 meses para evitar que el agua quede depositada en la concavidad de las poleas.
Las medidas principales que deben controlarse periódicamente para garantizar el correcto funcionamiento de las poleas son el radio, la profundidad de garganta y el espesor de las alas.
Para estas dos últimas medidas, los valores máximos de desviación los marcará el fabricante. Ambos valores deberán ser medidos siempre en el mismo punto, para así coger como referencia el valor del control dimensional tomado en planta en el mecanizado de la polea. En general, no debería haber nunca una desviación mayor al 15%.
En cuanto al radio, tenemos que comprobar que la medida del radio esté siempre dentro de los valores admitidos. En caso de no haber ninguna limitación marcada por la aplicación o por el propio fabricante, se debería tomar como referencia los valores de máximo y mínimo indicados en API 9B.
Por último, en función de la aplicación, la accesibilidad, la carga de trabajo y servicio de la polea, cada operador realizará los ensayos a soldaduras y materiales especificados en la norma a la que está sujeta, además de seguir las instrucciones recomendadas por el fabricante.
Finalmente, es importante recalcar que un buen mantenimiento de poleas y componentes mecánicos debe realizarse de manera periódica y siguiendo en todo momento las directrices de los fabricantes. Los trabajos han de llevarse a cabo solo por personal cualificado y equipado con los sistemas de protección individual adecuados, con el fin de evitar posibles accidentes o actuaciones indebidas. Si llevamos a cabo estas medidas, conseguiremos prolongar la vida útil de las poleas, evitando reparaciones y paradas no planificadas que supondrán inevitablemente un sobrecoste en la producción.